Libertad Religiosa Unión Argentina

Declaraciones sobre temas polémicos: SALUD

Declaraciones sobre temas polémicos: SALUD


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Fumar es la mayor causa de muertes que se podrían evitar en el mundo.; “La prevención es mejor que la curación”, dice un concepto universalde ética. En lo que respecta al fumar, la mayoría de los países se encuentra frente a una paradoja ética: aunque muchas décadas de investigación hanproducido evidencias incontrovertibles de los riesgos para la salud que produce el fumar cigarrillos, la industria del tabaco continúa floreciendo, amenudo con el apoyo tácito o más declarado del gobierno. La ética del fumar es aún más seria por las revelaciones alarmantes acerca de las muertesy riesgos para la salud causados por el fumar “de segunda mano”.

Un serio problema ético es la exportación de cigarrillos a países en desarrollo, especialmente los cigarrillos con ingredientes letales más elevadosde lo que se admite en otras partes. Por más de un siglo la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha advertido a sus jóvenes y al público en general con respecto a la naturaleza adictiva y destructora de la salud que produce el fumar cigarrillos. Los cigarrillos son un riesgo de salud a nivel mundial por la combinación de la adicción junto con la avaricia económica de la industria del tabaco y otros segmentos de la comunidad mercantil. Los adventistas creen que la ética de la prevención requiere políticas públicas que reduzcan el fumar, tales como:

1) Una prohibición uniforme de la publicidad del tabaco;

2) Ordenanzas para proteger a los niños y los jóvenes, que son el blanco favorito de la industria del tabaco;

3) Leyes más estrictas que prohíban fumar en lugares públicos;

4) Un uso más agresivo y sistemático de los medios para educar a los jóvenes acerca de los riesgos del fumar;

5) Impuestos sustancialmente más elevados sobre los cigarrillos;

6) Reglas que requieran que la industria del tabaco pague los costos del cuidado de la salud asociados con el uso de sus productos.

Reglas como éstas salvarían millones de vidas cada año.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) para ser publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en las sesiones

del Concilio Anual desarrollado en San José, Costa Rica, del 1º al 10 de octubre de 1996.

Por más de un siglo la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha advertido a sus jóvenes y al público en general que el fumar tabaco es de una naturalezaadictiva y destructora de la salud. Fumar cigarrillos es la causa individual mayor de muertes que podrían evitarse en el mundo. Uno de los conceptos éticos más firmes de la mayoría, si no de todas las sociedades, es que la prevención es mejor que la curación.

En lo que respecta al fumar, la mayoría de los países se enfrentan con una paradoja ética: aunque muchas décadas de investigaciones han producido evidencias incontrovertibles de los riesgos del fumar cigarrillos, la industria del tabaco todavía florece, y a menudo lo hace con apoyo tácito o abierto de los gobiernos. La ética del fumar es aun más seria por las revelaciones alarmantes acerca de las muertes por causa del cáncer y de otros riesgos de salud causados por el fumar “de segunda mano”.

Creemos que la ética de la prevención requiere en cada país una prohibición uniforme de toda la publicidad del tabaco, leyes más estrictas queprohíban fumar en lugares públicos no residenciales, una educación pública más agresiva y sistemática, e impuestos sustancialmente más elevados sobre los cigarrillos. Estas medidas salvarían millones de vidas cada año.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y difundida por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.

Principios operativos

1) Cristo ministró a la persona total. Siguiendo su ejemplo, la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día incluye un ministerio de curaciónpara la persona completa: cuerpo, mente y espíritu. El ministerio de sanidad incluye el cuidado y la compasión por los enfermos y los que sufren.También incluye el mantenimiento de la salud. Este ministerio de sanidad lo integra la enseñanza de los beneficios positivos de seguir las leyesde la salud, la interrelación de las leyes espirituales y las naturales, la responsabilidad del hombre por estas leyes, y la gracia de Cristo que asegurauna vida victoriosa.

2) Las instituciones del cuidado de la salud (hospitales, clínicas médicas y dentales, hogares de ancianos y de recuperación, centros de rehabilitación, etc.) funcionan como parte integral del ministerio total de la iglesia, y siguen las normas de la iglesia que incluyen el mantenimiento de lo sagrado del sábado al promover una atmósfera sabática para el personal y los pacientes, evitando los trabajos rutinarios, los servicios electivos de diagnostico y las terapias electivas en sábado. Estas normas también incluyen la promoción de una dieta lacto-ovo-vegetariana libre de estimulantes y alcohol, y un ambiente libre del humo del tabaco. Se promoverá el control del apetito, se controlará el uso de drogas que potencialmente pueden llevar al abuso y no se permitirá el uso de técnicas que involucren el control de una mente por otra. Las instituciones deben ser dirigidas como una función de la iglesia, con actividades y prácticas claramente identificadas como un testimonio singular de los adventistas.

3) En armonía con la reafirmación que dio Cristo de la dignidad del hombre y su demostración de amor, que perdona y se interesa sin tener encuenta el pasado, y que mantiene el derecho de elección individual; en el futuro, las instituciones para el cuidado de la salud adventistas deben poner en una prioridad elevada la dignidad personal y las relaciones humanas. Esto incluye el diagnóstico y el tratamiento apropiados hechos por personal competente; un ambiente seguro y cuidadoso que conduce a la curación de la mente, el cuerpo y el espíritu; y una educación en los hábitos saludables de vida. También incluye el cuidado y el apoyo del paciente y su familia a lo largo del proceso que conduce a la muerte.

4) Los procedimientos médicos y los reglamentos acerca del cuidado de la salud siempre deben reflejar una elevada consideración y preocupaciónpor el valor de la vida humana como así también la dignidad humana.

5) Las instituciones del cuidado de la salud adventistas funcionan como parte de la comunidad y la nación en la que están localizadas. La salud dela comunidad y de la nación es una preocupación de cada institución mientras representan el amor de Cristo ante esas comunidades. Se respetan las leyes y las reglamentaciones del país para el funcionamiento de las instituciones y se siguen los procedimientos para obtener la habilitación de su personal.

6) Las instituciones dan la bienvenida a los clérigos de todos los credos para visitar a sus parroquianos.

7) La misión de las instituciones de representar a Cristo ante la comunidad, y especialmente ante quienes utilizan sus servicios, se cumple pormedio de un personal compasivo y competente que sostiene las prácticas y las normas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Para el desarrollo del personal de las instituciones se ofrecen regularmente clases que ayudan al personal a mantenerse al día en lo profesional, a crecer en la comprensión de Dios y a compartir el amor de Dios. Planes de largo alcance sostienen la educación formal del personal en perspectiva, incluyendo la utilización de la institución con el propósito de prácticas para los estudiantes.

8) Las instituciones deben operar de un modo financieramente responsable, y en armonía con el Workíng Policy [Manual de reglamentos; eclesiástico administrativos] de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

9) La prevención primaria y la educación para la salud serán una parte integrante del énfasis en la salud de las instituciones para el cuidado de lasalud.

10) La administración y el funcionamiento de las instituciones específicas para el cuidado de la salud se realizará con consultas regulares y permanentes con el Departamento de Salud y Temperancia. La comunicación incluirá los departamentos de Salud y Temperancia de la asociación/misión, la unión, la división y la Asociación General, según lo sugieran las circunstancias y las ocasiones.

Establecimiento y clausura de instituciones para el cuidado de la salud

1) Cuando se considere la apertura de una institución nueva, la construcción de una adición importante, o la evaluación del funcionamiento deuna institución existente, se considerarán:

  1. a) Los planes de largo alcance de la iglesia en esa región, y si la institución facilita el cumplimiento de la misión de la iglesia.
  2. b) Las necesidades del cuidado de la salud en la región.
  3. c) La disponibilidad de recursos, especialmente los financieros, de personal y equipamiento, para el funcionamiento de la institución.
  4. d) Las normas gubernamentales para el funcionamiento de la institución.
  5. e) La reglamentación gubernamental para clausurar una institución.
  6. f) El impacto que la apertura o la clausura de la institución producirá sobre la iglesia en la región y en la comunidad.
  7. g) Las necesidades educativas de la iglesia.

Esta declaración fue publicada por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual realizado en Nairobi, Kenia, en octubre de 1988.

Este documento fue aprobado en el 58º Congreso de la Asociación General, realizado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 1º de julio de 2005.

Para quienes somos guiados por la Biblia, la realidad de la muerte es aceptada como parte de la condición humana actual, afectada por el pecado.; “Tiempo de nacer, y tiempo de morir” (Ecl. 3:2). Aunque la vida eterna es un regalo para los que aceptan la salvación por medio de Jesucristo, no entraremos en completa posesión de ese don hasta que obtengamos la inmortalidad en ocasión de la segunda venida de Cristo (Gén. 2:17; Rom. 5; Heb. 9:27; Juan 3:36; Rom. 6:23; 1 Cor. 15:51-54). Mientras tanto, podemos ser llamados a atender a un paciente terminal o aun a enfrentar nuestra propia muerte.

Aunque el dolor y el sufrimiento afligen a cada ser humano, ese sufrimiento no tiene valor expiatorio o meritorio. No importa cuánto pueda ser el dolor de un enfermo, no puede expiar el pecado. Sólo el sufrimiento de Jesucristo es suficiente. La Biblia nos enseña a no desesperarnos ante las aflicciones; antes bien, a aprender obediencia, paciencia y perseverancia. La Biblia también da testimonio del poder vencedor de Jesucristo frente a la aflicción y nos enseña que ministrar el sufrimiento humano es un importante deber cristiano. Al hacerlo, miramos con anticipación hacia el día cuando Dios acabará para siempre con el sufrimiento (Heb: 5:7, 8; Sant. 1:2-4; Rom. 5:3; Juan 16:33; Mat. 25:34-40; 9:35; Luc. 10:34-37; Apoc. 21:4).

En el pasado se podía hacer muy poco para alargar la vida. Pero los desarrollos que se han producido en la medicina moderna, con su poder para impedir la muerte, o al menos, alargarla artificialmente, han generado interrogantes morales y éticos y han hecho que sean más complejas las decisiones en la atención del paciente terminal. ¿Qué restricciones establece la fe cristiana al uso de tal poder? ¿Cuándo el objetivo de posponer la muerte debe dar lugar al objetivo de aliviar el dolor al final de la vida? ¿Quién puede tomar debidamente esas decisiones? ¿Qué límites, si es que los hay, debería tener la caridad cristiana al actuar con la intención de terminar el sufrimiento humano?

Es común oír hablar de la “eutanasia”. Originalmente ese término significaba “buena muerte”. Pero hoy tiene dos significados diferentes. A veces se habla de la “eutanasia activa” o “muerte misericordiosa”, lo que equivale a la interrupción intencional de la vida del paciente para evitarle una muerte dolorosa, o para aliviar la carga de la familia. Otras veces se habla de “eutanasia pasiva”, lo que equivale a detener o retirar los aparatos o las médicas que prolongan artificialmente la vida humana, permitiendo de este modo que la persona muera naturalmente. A la vista de los adventistas se juzga impropio el proceso de prolongación artificial de la vida, por lo que la iglesia cree que permitir a un paciente que muera por abstenerse de usar medios médicos, que sólo prolongan el sufrimiento y posponen el momento de la muerte, es moralmente diferente que la acción que tiene como directa y primera intención la de quitar la vida.

Nosotros deseamos enfrentar los problemas éticos relacionados con el fin de la vida en una forma que demuestre nuestra fe en Dios como el Creador y Redentor de la vida; y en una forma que revele cómo la gracia de Dios nos capacita para realizar actos de amor al prójimo. Afirmamos que la creación de la vida humana es una maravillosa dádiva que debe ser protegida y sustentada (Gén. 1 y 2). También confirmamos la maravillosa dadiva de Dios que ofrece redención y que provee vida eterna a aquellos que creen (Juan 3:15; 17:3). Aunque apoyamos el uso de los recursos médicos modernos para prolongar la vida, creemos que ese poder debe ser usado de manera compasiva, de manera que revele la gracia de Dios al minimizar el sufrimiento. No necesitamos asirnos ansiosamente al último vestigio de vida en esta tierra, porque los cristianos tenemos la promesa de vida eterna en la tierra renovada. Tampoco creemos que sea necesario aceptar u ofrecer aquellos tratamientos médicos que sólo prolongan el proceso de morir. Los adventistas estamos comprometidos con el cuidado de la persona integral, es decir, con la atención física, emocional y espiritual del paciente terminal. Para este fin, resultarán útiles los siguientes principios bíblicos:

1) Conocer la verdad. Una persona que se acerca al fin de la vida, y que está consciente, merece conocer la verdad acerca de su condición, y las opciones de tratamientos y sus posibles resultados. No debe retenerse la verdad; es mejor compartirla con amor cristiano y con la sensibilidad adecuada a las circunstancias personales y culturales del paciente (Efe. 4:15).

2) Libertad de elección. Dios ha otorgado a los hombres la libertad de elegir y les pide que la usen responsablemente. Creemos que esta libertad incluye las decisiones acerca de la atención médica. Creemos que una persona que posee su capacidad de juicio, debe determinar —después de buscar la orientación divina, considerar los intereses de los que resulten afectados por su decisión (Rom. 14:7) y sopesar el consejo médico— si acepta o rechaza la intervención de técnicas médicas para prolongar la vida. No debe ser forzada a someterse a tratamientos médicos que encuentre inaceptables.

3) En caso de incapacidad del paciente. El plan de Dios es que la gente sea nutrida dentro de una familia y una comunidad de fe. Las decisiones acerca de la vida humana se toman mejor dentro del contexto de una relación familiar sana y después de considerar el consejo médico (Gén. 2:18; Mar. 10:6-9; Éxo. 20:12; Efe. 5 y 6). Cuando un paciente terminal es incapaz de dar consentimiento o expresar ;preferencias en relación a la intervención médica, dichas decisiones deben ser tomadas por alguien elegido por el paciente o, si no ha designado a nadie, por alguien muy próximo al paciente.; Excepto en circunstancias extraordinarias, los profesionales médicos o legales deben dejar que las decisiones relativas a la atención médica de un paciente terminal sean tomadas por los seres más íntimos del paciente.;; Es preferible que los deseos del individuo estén por escrito, y deberían concordar con las exigencias legales existentes.

4) El amor cristiano es práctico y responsable (Rom. 13:8-10; 1 Cor. 13; Sant. 1:27; 2:14-17). Ese amor no niega la fe, ni nos obliga a ofrecer ni a aceptar intervenciones médicas que sean cargas que excedan los probables beneficios. Por ejemplo, cuando el tratamiento únicamente preserva las funciones del cuerpo, sin esperanza de que el paciente recupere el nivel de conciencia mental, es fútil y puede, en buena conciencia, ser retenido o retirado.Es decir, los tratamientos médicos tendientes a prolongar la vida pueden ser omitidos o detenidos si es que solamente añaden sufrimiento al paciente o le prolongan innecesariamente el proceso de morir. Naturalmente, en todos los casos, lo que se haga debe estar en armonía ;con los mandatos legales existentes.

5) No a la muerte “misericordiosa”. Aunque el amor cristiano nos puede llevar a detener o retirar la participación médica que sólo aumenta el sufrimiento o prolonga el proceso de morir, como adventistas no practicamos la “muerte misericordiosa”, ni prestamos ayuda en suicidio (Gén. 9:5, 6; Éxo. 20:13; 23:7). Nos oponemos a la eutanasia “activa”, es decir, a la forma intencional de quitar la vida a una persona que sufre o que está muriendo.

6) Aliviar el sufrimiento. La compasión cristiana nos lleva a aliviar el sufrimiento (Mat. 25:34-40; Luc. 10:29-37). Es una responsabilidad cristiana aliviar al paciente terminal del dolor y sufrimiento en el mayor grado posible, sin utilizar la eutanasia activa. Cuando es claro que la intervención profesional no curará al paciente, el principal objetivo de nuestra atención debe ser el procurar aliviarle el sufrimiento.

7) El principio de justicia. Este principio bíblico dice que debe brindarse atención adicional a las necesidades de los indefensos y ;dependientes (Sal. 82:3, 4; Prov. 24:11, 12; Isa. 1:1-18; Miq. 6:8; Luc. 1:52-54). Debe dedicarse al paciente terminal un trato de respeto a su dignidad y sin discriminación injusta, basado en sus necesidades espirituales y médicas, y en su expresa voluntad antes que en base a percepciones relativas a su mérito social (Sant. 2:1-9).

Cuando los adventistas tratamos de aplicar estos principios, obtenemos esperanza y coraje al saber que Dios contesta las oraciones de sus hijos y que tiene la facultad de realizar milagros en su favor (Sal. 103:1-5; Sant. 5:13-16). Siguiendo el ejemplo de Jesús, también oramos para aceptar la voluntad de Dios (Mat. 26:39). Sabemos que podemos pedir el poder de Dios para ayudarnos a atender las necesidades físicas y espirituales de personas que están muriendo. Sabemos que la gracia de Dios es suficiente para capacitarlos para soportar la adversidad (Sal. 50:14, 15), y creemos que la vida eterna está asegurada para todos los que tienen fe en Jesús y en el triunfo del amor de Dios.

Esta declaración de consenso fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en las sesiones del Concilio Anual, el 9 de octubre de 1992, en Silver Spring, Maryland, EE.UU.

Esta declaración pública fue publicada por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultar con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990, en el Congreso de la Asociación General realizado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.

Desde su mismo comienzo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día le ha; dado importancia a la temperancia y a la lucha contra el avance de lasbebidas alcohólicas, del tabaco y de otras drogas. Mientras que algunas denominaciones cristianas disminuyeron el énfasis en relación con la temperancia, los adventistas continuamos oponiéndonos vigorosamente al uso de alcohol, tabaco y drogas inadecuadas. La iglesia aboga a favor de la abstinencia total de estas sustancias dañinas. Su posición está bien planteada entre las creencias fundamentales que sostiene.

Hay evidencias que indican que en algunas partes del mundo ha habido un decaimiento de la promoción de los principios de verdadera temperanciadentro de la iglesia. Esta situación, sumada a las agresivas campañas de publicidad por parte de las industrias de bebidas alcohólicas y tabacaleras,han creado las condiciones para que algunos adventistas estén siendo alcanzados por estas influencias negativas e insidiosas.; Un asunto que surge de tanto en tanto es el ofrecimiento de fondos destinados a organizaciones religiosas por parte de las industrias de bebidas alcohólicas o tabacaleras. La posición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es que dicho ofrecimiento no deberá ser aceptado por la iglesia ni por ninguna de sus instituciones. Los recursos mencionados están teñidos por la miseria humana, y en el caso de la industria de bebidas alcohólicas, llega a través de la pérdida de vidas humanas (Elena de White, Review and Herald, 15 de mayo de 1894). La comisión evangélica de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es la de censurar el mal y no alabar ni estimular a quienes fabrican venenos que acarrean miseria y ruina y cuyo negocio viene a ser un robo (ver El ministerio de curación, p. 259).

La Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma su posición histórica en cuanto a los principios de temperancia, mantiene sus normas y programasdel Artículo 22 de las Creencias Fundamentales, e insta a cada miembro a reafirmar y revelar un compromiso de abstinencia de todo tipo de alcoholy tabaco y del uso irresponsable de drogas. El Concilio Anual de 1992 convoca a un reavivamiento de los principios de temperancia dentro de la iglesia, e insta a los feligreses y a las organizaciones de la iglesia a que rechacen donaciones y favores de las industrias mencionadas.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual del 11 de octubre de 1992 realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma el compromiso y los objetivos de su Ministerio de la Salud con el propósito de lograr el bienestar de sus miembros y de las comunidades a las cuales sirve, y de mejorar la salud global.*

La Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día reitera su compromiso con los principios de la dignidad y la equidad humanas, la justicia social, la libertad, la autodeterminación, el acceso a alimentos saludables y agua potable, y el acceso universal no discriminatorio a la atención de la salud.

Mediante su ministerio de la predicación, la enseñanza, la sanidad y el discipulado, la iglesia procura representar la misión de Jesucristo de un modo tal como para ser:1. Globalmente considerada por enseñar un modelo holístico de vida saludable, basado en evidencias, en la atención primaria de la salud.

  1. Vista en todo tiempo como una aliada confiable y transparente de organizaciones con metas y visión compatibles, para aliviar el sufrimiento y procurar la salud y el bienestar básicos.
  2. Reconocida por el alcance incondicional de su abrazo a todas las personas, en busca de la salud y el bienestar básicos.
  3. Comprometida no sólo administrativamente sino también funcionalmente en todos los niveles, incluyendo cada congregación y cada miembro de iglesia, en este ministerio de la salud y la sanidad.———————* Esta declaración sigue las deliberaciones y recomendaciones de la Conferencia Global sobre Salud y Estilo de Vida realizada en Ginebra en julio de 2009, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud, y llama a la cooperación con organismos de similar credibilidad que procuran el mejoramiento de la salud global.

Este documento fue votado por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en la sesión del Concilio Anual realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU, el 14 de octubre de 2009.

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