Libertad Religiosa Unión Argentina

Declaraciones sobre temas polémicos: NIÑOS

Declaraciones sobre temas polémicos: NIÑOS


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El abuso sexual de menores ocurre cuando una persona mayor o más fuerte que el menor usa su poder, autoridad o posición de confianza parainvolucrar a un menor en alguna actividad sexual. Cualquier actividad sexual entre un menor y uno de los padres, un hermano, algún otro miembrode la familia, padrastro, madrastra o un tutor legal es incesto.

En los países donde se hicieron estudios se encontró que una de cada tres niñas y uno de cada once niños sufrieron abuso sexual antes de los 18años. En más de la mitad de los casos el abuso se repitió a lo largo de cierto tiempo, durante algunos meses en ciertos casos, y durante muchos añosen otros. Se descubrió también que la comunidad cristiana no es inmune a este problema.

Los abusadores sexuales son generalmente hombres de todas las edades, nacionalidades o posición socioeconómica. Frecuentemente son hombrescasados que tienen hijos, empleos respetables y hasta pueden ser asiduos asistentes a la iglesia. Es común que nieguen vehementemente su conductaabusiva, recusándose a ver sus acciones como un problema, racionalizando su comportamiento o colocando la culpa sobre alguna otra persona.Muchos le echan la culpa al estrés, a su profunda necesidad de sentir apoyo y afecto, a una relación sexual inadecuada e indiferente con su esposa,a los efectos del alcohol y/o a un lapso en su estabilidad mental. Sin embargo, la mayoría de las autoridades concuerdan en que el problema real delabuso sexual de menores está más relacionado con el deseo de poder y control que con el sexo. Aunque es verdad que muchos de los abusadoresmuestran inseguridades enraizadas en una baja autoestima, estos problemas nunca deben ser aceptados como una excusa para el abuso sexual deun menor. Es un mito que la conducta insinuante o seductora de un menor lleve al agresor a abusar.

El abuso sexual de menores tiene un efecto devastador sobre las víctimas porque influye profundamente en la manera como piensan, sienten yse conducen durante y mucho después que cesa el abuso. Frecuentemente produce una amplia serie de dificultades emocionales, de la conducta y enlas relaciones que impiden el desarrollo normal del menor. Las víctimas del abuso pueden desenvolver dolencias sicosomáticas, perturbaciones de lapersonalidad o comportamientos autodestructivos, y/o sentimientos de baja autoestima, temor, aislamiento, ira, culpa, vergüenza y depresión. A menudo tienen dificultad para formar relaciones estrechas o íntimas, y frecuentemente desarrollan una visión distorsionada sobre Dios y sobre losdemás. A largo plazo, el abuso sexual puede llevar a romper con el matrimonio y la familia, a la vagancia, la drogodependencia, la promiscuidad, laprostitución, la enfermedad mental y el suicidio.

La educación preventiva, adecuadamente adaptada a cada nivel de desarrollo, es esencial. Luego que el abuso ocurre, la intervención temprana deprofesionales debidamente entrenados es la clave para la recuperación de este trauma. Los efectos a corto y a largo plazo pueden reducirse cuando sebusca el consejo profesional para ayudar a las víctimas a manejar sus sentimientos en relación al abuso.;; Cuando Dios creó la familia humana, comenzó con un matrimonio basado en el amor y la confianza mutua entre un hombre y una mujer. Este tipo de relación es todavía el fundamento básico para una familia estable y feliz, en la cual la dignidad, el valor y la personalidad de cada uno de sus miembros es protegida y enaltecida. Cada hijo, sea hombre o mujer, debe considerarse como un don de Dios. A los padres se les da el privilegio y la responsabilidad de alimentar, proteger y cuidar físicamente de los hijos que Dios les confió. Los hijos deben poder honrar, respetar y confiar en sus padres sin correr el riesgo del abuso.La Biblia condena el abuso sexual en los términos más fuertes, y considera como un acto de traición y una violación brutal de la personalidad cualquier intento de confundir, empañar o denigrar los límites personales, generacionales o de sexo a través de un comportamiento sexual abusivo. La Biblia también condena abiertamente el abuso del poder, de la autoridad, y de la posición de responsabilidad, porque todo ello impacta en el corazón de los sentimientos más íntimos y profundos de las víctimas acerca de sí mismas, de los demás y de Dios, y destruye su capacidad de amar y confiar.

;Jesús usó un lenguaje muy fuerte para condenar la acciones de cualquier persona que, a través de palabras o acciones, llevase un niño a tropezar. Creemos que la iglesia tiene la obligación moral de involucrarse activamente en la prevención del abuso sexual de menores. También estamos comisionados para asistir, tanto a la víctima del abuso como al abusador y a sus familias, en su proceso de curación y recuperación, y para exigir que los agresores, principalmente si son obreros o líderes laicos, se responsabilicen de mantener un comportamiento digno de personas en posición de líderes y confianza espiritual.

;Creemos que como iglesia tenemos la responsabilidad de:

1) Escuchar a y creer en aquellos que sufrieron abuso sexu al. Los estudios indican que sólo en un porcentaje muy pequeño de casos lo niños fabricanuna historia. En la mayoría de los casos, los niños no tienen la experiencia ni el lenguaje para inventar mentiras acerca del comportamiento sexual.

2) Informarnos adecuadamente acerca del abuso sexual y su impacto en nuestra propia congregación.

3) Ayudar a los ministros y laicos a reconocer las señales de advertencia del abuso sexual de menores, y saber cómo reaccionar apropiadamentecuando se sospecha de abuso, o cuando un niño informa que está siendo abusado sexualmente.

4) Establecer, con el objeto de remitirles las víctimas directas e indirectas del abuso sexual, relaciones apropiadas con consejeros profesionalescristianos y con las oficinas locales de protección al menor, a quienes se puedan enviar los informes correspondientes, ya que son ellos quienes pueden, con su entrenamiento profesional, asistir a las víctimas del abuso y a sus familias.

5) Establecer pautas/reglamentos para ayudar a los líderes de la iglesia responsables de hacer que los agresores den cuenta de sus actos y de administrar la disciplina apropiada.

6) Apoyar la educación y la preparación de las familias y de sus miembros:

  1. a) Modificando aquellas creencias religiosas y culturales populares que puedan ser usadas en algunos países para justificar o encubrir el abusosexual de menores.
  2. b) Ayudando a cada niño a alcanzar un saludable sentido de su propio valor que lo capacite para respetarse a sí mismo y a los demás.
  3. c) Fomentando el establecimiento de relaciones cristianas entre hombres y mujeres tanto en el hogar como en la iglesia.

7) Desarrollar un ministerio redentor y de apoyo dentro de la comunidad de la iglesia para las víctimas y los agresores del abuso y, al mismo tiempo,animándolas a recurrir a la red disponible de profesionales cristianos y otras oficinas especializadas de la comunidad.

8) Animar la preparación de más profesionales del área de la familia, especializados en el proceso de cura y recuperación de las víctimas y los agresoresdel abuso.

(Este documento está basado en los principios expresados en los siguientes pasajes bíblicos: Gén. 1:26-28; 2:18-25; Lev. 18:20; 2 Sam. 13:1-22; Mat. 18:6-9; 1 Cor. 5:1-5; Efe. 6:1-4; Col 3:18-

21; 1 Tim. 5:5-8.); Esta declaración fue votada durante el Concilio de Primavera de la Junta Directiva de la Asociación General el 1º de abril de 1997 en Loma Linda, California, EE.UU.

Los Editores:Para variantes de este documento ver la edición en inglés.

Los adventistas afirman el derecho de cada niño a un ambiente hogareño feliz y estable, y la libertad y el apoyo necesarios para crecer y ser las personas que Dios quiere que sean. En 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció la importancia fundamental de los niños al adoptar la “Convención de los derechos de los niños”. En armonía con muchos de estos principios elevados, y considerando el valor que Jesús les dio a los niños cuando dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mat. 19:14), procuramos ayudar a los niños que sufren por las siguientes influencias destructivas:

Pobreza: La pobreza afecta el desarrollo de los niños, robándoles el alimento, la ropa, el abrigo que necesitan, y afectan adversamente su salud y su educación.

Analfabetismo: El analfabetismo dificulta a los padres obtener salarios apropiados o cuidar de su familia, o que los niños alcancen su potencial. Escaso cuidado de la salud: Millones de niños no tienen acceso al cuidado de la salud porque no tienen una cobertura adecuada de seguros o viven donde la atención médica no está disponible.

Explotación y vulnerabilidad: Se corrompe y explota a los niños cuando se los usa como mano de obra barata, en fábricas inhumanas, en conflictos armados, y en el placer sexual pervertido de depredadores adultos, o cuando se los expone a materiales sexuales explícitos en los medios de comunicación y en Internet.

Violencia: Cada año muchos niños mueren por la violencia. La vasta mayoría de quienes sufren en conflictos armados son las mujeres y los niños. Los niños reciben heridas profundas en lo físico y en lo psicológico, aún después del cese de los conflictos.

En respuesta a los problemas y a las necesidades mencionados, los adventistas sostienen los siguientes derechos de los niños:

1) El derecho a un hogar amante y estable donde haya seguridad y estén libres de los abusos.

2) El derecho a tener alimentos, ropa y abrigo adecuados.

3) El derecho a tener cuidado médico y de la salud.

4) El derecho a una educación que los prepare para un papel positivo en la sociedad, al desarrollar su potencial personal y capacidad de ganar el dinero necesario.

5) El derecho a una educación moral y religiosa en el hogar y la iglesia.

6) El derecho a estar libres de discriminación y explotación.

7) El derecho a ser una persona, a que se lo respete, y a desarrollar una estima propia positiva.

Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) para ser publicada en ocasión del Congreso de la Asociación General desarrollado en Toronto, Canadá, entre el 29 de junio y el 9 de julio de 2000.

Los adventistas del séptimo consideran de alto valor a los niños. A la luz de la Biblia, se los ve como preciosos regalos de Dios confiados al cuidado de los padres, la familia, la comunidad de fe y la sociedad en su totalidad. Los niños poseen un enorme potencial para hacer contribuciones positivas a la iglesia y a la sociedad. Es extremadamente importante dar atención a su cuidado, protección y desarrollo.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma y extiende sus esfuerzos de larga data para nutrir y salvaguardar a los niños y jóvenes de personas --conocidas y desconocidas-- cuyas acciones perpetran cualquier forma de abuso y violencia contra ellos y/o los explotan sexualmente. Jesús señaló el modelo de la clase de respeto, nutrición y protección que los niños deberían estar en condiciones de esperar de los adultos a cuyo cuidado han sido confiados.

Algunas de sus más enérgicas palabras de reprensión fueron dirigidas a los que pudieran dañarlos. Por la naturaleza confiada y la dependencia de los niños respecto de los adultos mayores y con más conocimiento, y las consecuencias que trastornan la vida cuando esta confianza es quebrantada, los niños requieren una vigilante protección.

Corrección redentora

La Iglesia Adventista del Séptimo Día establece como una prioridad la educación de los padres, basada en la iglesia, que los ayude a desarrollar las aptitudes necesarias para un enfoque redentor de la corrección. Muchos niños experimentan rudos castigos en nombre de un enfoque bíblico de la disciplina. La corrección caracterizada por el control severo, punitivo y dictatorial a menudo lleva al resentimiento y la rebelión. Tal disciplina rigurosa se asocia, además, con un acrecentado riesgo de daño físico y; psicológico a los niños, y también con una mayor probabilidad de que los jóvenes recurran a la coerción y la violencia al resolver sus deferencias con otros. En contraste, los ejemplos de las Escrituras así como extensos materiales de investigación confirman la eficacia de formas más benignas de disciplina que permitan a los niños aprender por medio del razonamiento y por experimentar las consecuencias de sus decisiones. Se ha demostrado que tales medidas más suaves incrementan la probabilidad de que los niños harán elecciones que afirman la vida y al madurar abrazarán los valores de sus padres.Hacer de la iglesia un lugar seguro para los niños

La iglesia también asume seriamente su responsabilidad para minimizar el riesgo de abuso sexual infantil y de violencia contra los niños en el contexto congregacional. Primero y principal, los dirigentes y los miembros de la iglesia deben ellos mismos vivir conforme a un estricto código de ética que impida hasta la apariencia de mal en relación con la explotación de menores y la gratificación de los deseos de los adultos. Otras medidas prácticas para hacer de la iglesia un lugar seguro para los niños incluyen la atención de la seguridad las instalaciones de la iglesia y de sus alrededores, y la supervisión y el monitoreo cuidadoso de los niños y su entorno durante todas las actividades relacionadas con la iglesia. La educación respecto a lo que constituye interacción apropiada e inapropiada entre adultos y niños, las señales de advertencia de abuso y violencia, y los pasos específicos a seguir en el caso de que se denuncie o se sospeche de conducta inapropiada son de vital importancia. Los pastores y dirigentes de la iglesia que sean visibles y accesibles desempeñan un papel importante en la prevención, así como en una respuesta adecuada a las necesidades de los niños cuya seguridad pueda haber sido puesta en riesgo. Son necesarias actualizaciones regulares respecto a su responsabilidad moral y legal de informar todo abuso infantil a las autoridades civiles pertinentes. La designación de personal capacitado y protocolos específicos en los niveles más amplios de la organización de la iglesia ayudarán a asegurar la acción y el seguimiento apropiados cuando se informe de abuso en el contexto de la iglesia.

Por causa de la naturaleza compleja del problema del abuso sexual infantil y la violencia contra los niños, la intervención y el tratamiento de los perpetradores requieren recursos que exceden la esfera de acción del ministerio proporcionado por la iglesia local. No obstante, la presencia de un conocido perpetrador en una congregación reclama los más altos niveles de vigilancia. En tanto los perpetradores deben ser tenidos por plenamente responsables por su propia conducta, la supervisión de personas con una historia de comportamiento inapropiado es necesaria para asegurar que tales personas mantengan una distancia apropiada y se abstengan de todo contacto con niños durante las actividades relacionadas con la iglesia. Hacer provisión de oportunidades alternativas para que los perpetradores crezcan espiritualmente en contextos donde no hay niños presentes, acrecienta grandemente la protección de los menores.

Fomentar la curación emocional y espiritual

Los niños que han sido víctimas personalmente o que han sido testigos de hechos perturbadores necesitan el cuidado de adultos que los traten con sensibilidad y comprensión. El apoyo práctico que ayuda a los niños y a las; familias a mantener la estabilidad en medio de la turbulencia fortalece a lasvíctimas y sus familias y promueve la curación. El compromiso de la iglesia de romper el silencio que frecuentemente está asociado con la violencia y el abuso sexual infantil, sus esfuerzos en pro de la defensa y justicia para todas las víctimas, y la acción deliberada para salvaguardar a los niños de toda forma de abuso y violencia contribuirán en gran medida a la recuperación emocional y espiritual de todos los afectados. La iglesia considera la nutrición y protección de los niños como un cometido sagrado.

(Esta declaración está respaldada por los principios expresados en los siguientes pasajes bíblicos: Levítico 18:6; 2 Samuel 13:1-11; 1 Reyes 17:17-23; Salmo 9:9, 12, 16-18; 11:5-7; 22:24; 34:18; 127:3-5; 128:3, 4; Proverbios 31:8, 9; Isaías 1:16, 17; Jeremías 22:3; Mateo 18:1-6; 21:9, 15, 16; Marcos 9:37; 10:13-16; Efesios 6:4; Colosenses 3:21; 1 Timoteo 5:8; Hebreos 13:3.) (Véase además: “Fin de la violencia contra las mujeres y las niñas”, p. 130 en esta obra.)

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día el 23 de junio de 2010, y difundida en ocasión del Congreso de la Asociación General realizado en Atlanta, Georgia, EE.UU., del 24 de junio al 3 de julio de 2010.

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