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Declaraciones sobre temas polémicos: ECOLOGÍA

Declaraciones sobre temas polémicos: ECOLOGÍA


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El mundo en el cual vivimos es una dádiva de amor de parte del Dios Creador, que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas (Apoc. 14:7; 11:17, 18). En medio de esta creación colocó a los seres humanos, creados intencionalmente para relacionarse con él, con otras personas y con el mundo que los rodeaba. Por consiguiente, los adventistas sostenemos que la preservación y el mantenimiento de este planeta están íntimamente relacionados con nuestro servicio al Creador.

Dios estableció el séptimo día, sábado, como una conmemoración y un recordativo perpetuo de su acto creativo y del establecimiento del mundo.; Al descansar en este día, los adventistas ponemos en relieve la especial relación con el Creador y su creación. La observancia del sábado acentúa la importancia de nuestra integración con el medio ambiente general.

La decisión humana de desobedecer a Dios interrumpió el orden original de la creación, dejando como resultado una falta de armonía ajena a sus propósitos. De este modo la atmósfera y el agua están contaminados, los bosques y la vida silvestre saqueados, y los recursos naturales en extinción.; Siendo que los adventistas reconocemos al ser humano como parte de la creación de Dios, nuestra preocupación por el medio ambiente abarca también la salud personal y el estilo de vida. Defendemos una manera de vida saludable y rechazamos el uso de sustancias tales como el tabaco, el alcohol y otras drogas que dañan el cuerpo y consumen los recursos de la tierra; promovemos un régimen de alimentación vegetariana simple.

Los adventistas, al relacionarnos con otras personas estamos comprometidos a respetarlas y cooperar con ellas reconociendo nuestro origen común y teniendo en cuenta nuestra dignidad humana, que es un don del Creador. Debido a que la pobreza humana y la degradación ambiental están relacionadas entre sí, nos empeñamos por mejorar la calidad de vida de la gente. Nuestro objetivo es el desarrollo de los recursos, porque ellos satisfacen las necesidades humanas.

El progreso genuino, orientado hacia el cuidado de nuestro medio ambiente natural, recae sobre el esfuerzo ya sea individual o mancomunado.; Los adventistas aceptamos el desafío de trabajar para restaurar el propósito total de Dios. Motivados por la fe en Dios, nos dedicamos a promocionar la salud tanto a nivel personal como a nivel medioambiental.

En este compromiso, confirmamos ser mayordomos de la creación de Dios y creemos que la restauración total se concretará recién cuando Dios haga nuevas todas las cosas.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en las sesiones del Concilio Anual realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU., el 12 de octubre de 1992.

Declaración para los gobiernos de los países industrializados

Los científicos advierten que el calentamiento gradual de la atmósfera es el resultado de la actividad humana, y que tendrá serias consecuencias para el ambiente que nos rodea. El clima cambiará, y resultará en más tormentas, inundaciones y sequías.

Para mantener los cambios climáticos en niveles tolerables, las emisiones de gases que producen el efecto invernadero, especialmente el anhídrido carbónico (CO2), necesitan ser reducidos en forma significativa. Los países industrializados son la fuente principal de estas emisiones, aunque las primeras víctimas son los pequeños estados en las islas y en los países con muchas costas.

A pesar de estos riesgos claros, los gobiernos parecen muy lentos en actuar.; Los feligreses de la Iglesia Adventista del Séptimo Día del mundo entero solicitan que los gobiernos aludidos den los pasos necesarios para evitar ese peligro al:

1) Cumplir el acuerdo logrado en Río de Janeiro (1992, Convención sobre el cambio del clima), para estabilizar las misiones de anhídrido carbónico para el año 2000 a los niveles que había en 1990;

2) Establecer planes para reducir aún más las emisiones de dióxido de carbono después del año 2000; e

3) Iniciar un debate público con mayor energía sobre los riesgos del cambio del clima.

Al firmar esta declaración, los adventistas afirman que proponen un estilo de vida sencillo, saludable, en el que las personas no sigan la rutina del consumismo ilimitado y la producción de basura. Llaman a respetar la creación, a restringir el uso de los recursos mundiales y a revaluar nuestras necesidades como individuos.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) el 19 de diciembre de 1995.
Declaración para los gobiernos de los países industrializados.

Los científicos advierten que el calentamiento gradual de la atmósfera es el resultado de la actividad humana, y que tendrá serias consecuencias para el ambiente que nos rodea. El clima cambiará, y resultará en más tormentas, inundaciones y sequías.

Para mantener los cambios climáticos en niveles tolerables, las emisiones de gases que producen el efecto invernadero, especialmente el anhídrido carbónico (CO2), necesitan ser reducidos en forma significativa. Los países industrializados son la fuente principal de estas emisiones, aunque las primeras víctimas son los pequeños estados en las islas y en los países con muchas costas.

A pesar de estos riesgos claros, los gobiernos parecen muy lentos en actuar.; Los feligreses de la Iglesia Adventista del Séptimo Día del mundo entero solicitan que los gobiernos aludidos den los pasos necesarios para evitar ese peligro al:

1) Cumplir el acuerdo logrado en Río de Janeiro (1992, Convención sobre el cambio del clima), para estabilizar las misiones de anhídrido carbónico para el año 2000 a los niveles que había en 1990;

2) Establecer planes para reducir aún más las emisiones de dióxido de carbono después del año 2000; e

3) Iniciar un debate público con mayor energía sobre los riesgos del cambio del clima.

Al firmar esta declaración, los adventistas afirman que proponen un estilo de vida sencillo, saludable, en el que las personas no sigan la rutina del consumismo ilimitado y la producción de basura. Llaman a respetar la creación, a restringir el uso de los recursos mundiales y a revaluar nuestras necesidades como individuos.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) el 19 de diciembre de 1995.

Los adventistas creen que la humanidad fue creada a la imagen de Dios, y así representan a Dios como administradores, para gobernar el ambiente en forma fiel y fructífera.Desafortunadamente, la corrupción y la explotación han entrado en las responsabilidades de la administración del dominio humano. En forma creciente, los hombres y las mujeres han estado involucrados en una destrucción megalomaníaca de los recursos de la tierra, lo que resulta en sufrimientos extendidos, desarreglos ambientales y la amenaza de cambios en el clima. Aunque la investigación científica debe continuar, resulta claro por las evidencias acumuladas que el aumento de emisión de gases destructivos, el agotamiento de la capa protectora de ozono, la destrucción masiva de los bosques americanos y el así llamado “efecto invernadero”, todos amenazan el ecosistema de la Tierra. Estos problemas son principalmente debidos al egoísmo humano y a la búsqueda egocéntrica de tener más y más mediante la producción siempre creciente, el consumo ilimitado y el agotamiento de los recursos no renovables.La crisis ecológica está arraigada en la avaricia de la humanidad y en el rechazo de la práctica de una buena y fiel administración dentro de los límites divinos de la creación.Los adventistas abogan por un estilo de vida sencillo y saludable, en el que la gente no participa de la rutina del consumismo ilimitado, la búsqueda incesante de bienes y la producción de basura. Llamamos a respetar la creación, a restringir el uso de los recursos del mundo, a evaluar de nuevo las necesidades personales y a reafirmar la dignidad de la vida creada.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (ADCOM) y fue publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día cree que la humanidad fue creada a la imagen de Dios, y de este modo actúa como sus mayordomos para administrar el ambiente natural que lo rodea en forma fiel y fructífera. La naturaleza es un don de Dios.Desafortunadamente, los hombres y las mujeres han estado involucrados en forma creciente en una destrucción irresponsable de los recursos de la Tierra, lo que resulta en sufrimiento muy difundido, degradación del ambiente y la amenaza de cambios en el clima. Aunque la investigación científica debe continuar, por las evidencias acumuladas es claro que la creciente emisión de gases destructivos, la destrucción masiva de los bosques tropicales del continente americano y el agotamiento de la capa protectora de ozono (el así llamado “efecto invernadero”), todos están amenazando el ecosistema de la Tierra. Hay predicciones lúgubres de calentamiento global, de elevación del nivel del mar, de frecuencia creciente de tormentas e inundaciones destructivas, y de devastadoras desertificaciones y sequías.Estos problemas son principalmente causados por el egoísmo y la codicia humanos, que resultan en producción siempre creciente, consumo sin límites y el agotamiento de los recursos no renovables. Se analiza la solidaridad con las generaciones futuras, pero la presión de los intereses inmediatos reciben la prioridad. La crisis ecológica nace de la codicia humana y del rechazo de practicar una buena y fiel administración.El gobierno y el pueblo de Costa Rica merecen felicitaciones por su apoyo a una reglamentación abarcante de desarrollo sustentable en armonía con la naturaleza.Los adventistas abogan por un estilo de vida sencillo y sano, en el que la gente no entra en la rutina del consumo sin límites, la acumulación de bienes y la producción de basura. Se necesita una reforma en el estilo de vida, basada en el respeto por la naturaleza, la restricción del uso de los recursos humanos, la evaluación renovada de las ;necesidades personales y la reafirmación de la dignidad de la vida creada.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) para ser difundida por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en la sesión del Concilio Anual celebrado en San José, Costa Rica, del 1º al 10 de octubre de 1996.

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